- Publicado: 22 de enero de 2016


La globalización es un fenómeno que estamos viviendo desde hace unos años de forma masiva. Se trata de las consecuencias que trae el hecho de que hoy los humanos vivimos más conectados: más movimiento de personas gracias a los medios de transporte y más conexión digital. La consecuencia es que hoy en día el mundo es una gran aldea en la que es fácil proveerse de China para aparatos electrónicos, de pescado de África y de textiles de India.
Obviamente la pandemia y la guerra de Ucrania ha cambiado el panorama. Lentamente gobiernos y habitantes se están dando cuenta que no es factible depender de un solo país para ciertos insumos (como pasó con las mascarillas y tecnología médica durante los inicios de la pandemia). O como está ocurriendo en estos momentos con el gas ruso, que deja a ciertos países semi-huérfanos de energía .
Las empresas son las grandes afectadas en la globalización (salgan beneficiadas o no). Todas se han visto abocadas prácticamente a la fuerza a estar presentes en los medios digitales pero, en algunos casos, el factor digital ha hecho nacer nuevos modelos de negocio que han cambiado el paradigma de lo existente hasta la fecha.
Por ejemplo, el nacimiento del modelo Uber o Airbnb, son dos de las que podemos hablar que han roto todos los esquemas.
A nivel individual no son pocas las implicaciones que está teniendo la irrupción digital.


El estrés es una de ellas y otra es que ya no podemos distinguir el mundo físico del mundo digital, uno se enlaza con otro y uno genera consecuencias en el otro. Eso, obviamente tiene repercusión tanto en los individuos como en las empresas.
Padres de familia, profesores y personas de todo el mundo viven sorprendiéndose de los efectos que tiene la globalización en niños y jóvenes. Estamos hablando de muertes infantiles a causa de retos virales, modas absurdas o problemas profundos como el de la trata de blancas con la que lucra la industria pornográfica.
Nunca antes vivimos una globalización como la actual.
Los gobiernos están cambiando a marchas forzadas políticas que fueron útiles antaño pero que hoy se demuestran lentas e inútiles ante tantos cambios. Un ejemplo claro es el nuevo modelo de guerra, la guerra digital con ataques informáticos como los que prevén tener Finlanda y Suecia por parte de Rusia al haber pedido el ingreso a la OTAN.
Vivimos enfrentándonos a movimientos migratorios constantes, modelos laborales emergentes (véase Fiverr) y conexiones con cualquier punto del planeta permiten alcanzar hitos de productividad y ganancias hasta ahora impensables.
Estamos asistiendo a un cambio de mentalidad global pero, además, un gran reto nos aguarda: conseguir que los ciudadanos de cada país abracen el cambio y puedan seguir el ritmo que la sociedad actual les exige para no quedar excluidos socialmente por la brecha digital.
A todos estos cambios laborales se los conoce con el nombre de Cuarta Revolución Industrial y sus consecuencias son muchas:
Cambios en la educación: la forma en la que siempre se ha enseñado a los niños ya no los satisface ni a ellos ni a los padres. Ellos nacieron rodeados de pantallas y haciendo consultas en Wikipedia. Absorber la información de una sola persona que se sube a la palestra se les ha quedado pequeño. Los cambios en la educación están llegando, pero a marchas forzadas.
Alteraciones en cómo hacemos negocios: como mencionamos antes, muchos modelos de negocio nuevos han surgido gracias a la aparición de Internet. No solo eso, el online banking, las apps que te hacen la vida más fácil han cambiado la cara del día a día de cualquier empresario.
Trueques en lugar de compras: personas de todo el mundo, ante el cambio climático, están implementando esta forma de aprovisionarse. En lugar de compras, intercambian casas para las vacaciones de verano, ropa para no comprar innecesariamente y apps de barrio en las que unos se ayudan a los otros.
Trabajo desde casa: el modelo laboral que a la fuerza el mundo entero ha tenido que abrazar para poder seguir trabajando y que el planeta siguiera girando durante la crisis por covid.
Las tecnologías y la globalización en la sociedad
La tecnología suele estar de nuestro lado. Por ejemplo, existen apps de todo tipo para apagar la curiosidad del más curioso, para conectarse con otras personas y para resolver cualquier tipo de problema imaginable. Ellas y todo lo digital son las culpables de la brecha digital, la que hace que haya muchas personas que se quedan atrás por no atreverse o no entender los medios digitales.
Por otro lado, la tecnología está inspirando a muchos ingenieros y programadores en cualquier ámbito de la vida. Estos están revolucionándolo todo de modo que se lanzan miles de innovaciones a diario. Por ejemplo, apps que resuelven de forma muy económica algunos de nuestros problemas diarios. Es imposible seguir el ritmo y demasiado fácil perder la cuenta.


Las nuevas tecnologías se están humanizando y cada vez es más esperable que una empresa genere conversaciones con sus clientes a través de sus redes sociales.
El give to get, es decir, el dar primero (a los clientes) para recibir después (vender) es lo que ahora triunfa. Primero demuestra tu valía, luego intenta venderles lo que tienes.
En Internet todo emprendedor va a tener que empezar de cero, aunque su negocio sea archiconocido en el mundo físico.
El acceso a la tecnología y la gestión de las redes sociales, además del acceso a Internet, ha democratizado el hecho de que cualquiera puede sobresalir y cualquiera puede activar una campaña publicitaria en cuestión de minutos.
Es por eso que hay una gran proliferación de emprendedores, startups y pequeñas empresas, especialmente en países donde no los asfixian con los impuestos.
Además, Internet puede elevar hoy a un negocio y llevarlo al pedestal más alto y hundirlo al día siguiente. Por ejemplo, los comentarios negativos hacia una marca son un riesgo importante para las empresas.
Como las instituciones suelen ser mucho más lentas en implementar todos estos cambios sociales, se está abriendo una brecha cada vez más grande entre el día a día de los ciudadanos del mundo y a las instituciones que se encargan de defendernos, educarnos, de dar trabajo o incluso que controlan los movimientos migratorios.
Hace 7 años escribí este artículo (2016) y mi artículo terminaba así:
En 20 años no estaremos trabajando como lo hacemos ahora. Tampoco estaremos estudiando de la misma manera. Estaremos aprendiendo habilidades para encontrar en la red lo que necesitamos, para que no nos abrume la cantidad de información a la que tenemos acceso y podamos ordenar mejor nuestra mente.
En dos décadas un cuarto de la población de un país que se precie DESARROLLADO debería poder trabajar desde casa y ser capaz de alquilar un apartamento sin que le pongan impedimentos por tratarse de un régimen laboral inestable.
En conclusión: vamos a evolucionar, sea a golpes o lentamente pero nada ni nadie detiene el progreso de la globalización para emprender.